Comienzo de temporada. La media maratón de Santa Pola sigue batiendo récord año tras año. La clásica prueba del atletismo popular, probablemente la más afamada de las que se organizan por el levante, celebraba su XXIII edición el pasado 22 de enero con unos 8000 corredores inscritos.
Además de por la cantidad de atletas, esta prueba destaca por el carácter turístico que suscita, lo que mueve a multitud de familiares y amigos en compañía de los corredores. Esto hace patente el día previo a la carrera en los alrededores del castillo y en su patio, donde se instalaba la feria del corredor y la entrega de dorsales, y donde se podía disfrutar de un magnífico ambiente festivo – deportivo.
Mucha gente llegada de muchos sitios, algunos conocidos de nuestra provincia, pero poca representación del C.A. Valdeganga. Mientras buscábamos aparcamiento el sábado por la tarde nos pareció ver por la calle a Fermín Gil. Después consultando clasificaciones en internet comprobé que efectivamente él también asistió al evento. Haciendo bastante buen papel, por cierto, 1:33:16 de tiempo real. Por lo demás, poca no, apenas testimonial representación, ya que a correr fuimos mi cuñado, Santiago Heras, y el que suscribe, o casi ni eso, porque él no es del Club y yo no soy de Valdeganga.
El día de la carrera amaneció totalmente soleado con una temperatura, un poco fresca, pero bastante buena para la práctica del running. Esto hizo olvidar las condiciones meteorológicas que sufrimos en la edición anterior, en la que se esperaba un día más agradable y la carrera resultó bastante apática para mi gusto. Este año, en cambio, la meteorología ha sido más respetuosa y se notaba bastante más alegría en el ambiente.
La organización de la carrera y toda la parafernalia que la rodea, como es de costumbre en Santa Pola, resultó extraordinaria. Este año la novedad fue la de ordenar por tiempos de llegada varios cajones de salida, como en las grandes carreras. Evidentemente yo no entré ni por el primero ni por el segundo. El resto carrera perfecta, abundante agua en avituallamientos, esponjas, puestos de atención sanitaria, público, animación en todo el recorrido y Villaescusa en el micro. Por cierto, y dicho sea de paso, como speaker es el nº1. La recogida de regalo bastante fluida y la tradicional aglomeración en el avituallamiento final con agua, aquarius, fruta y los también típicos comentarios e intercambio de impresiones entre los que ya, o todavía, podían articular palabra.
En lo que se refiere a mi carrera… Diremos que mejoré el tiempo del año pasado, pero sin llegar al 1:45:00 que pretendía. Acompañado todo el recorrido de Santi, empezamos con un ritmillo bastante alegre, con el que me encontraba más o menos cómodo y lo aguantamos buena parte del recorrido. La cosa iba bastante bien hasta que empecé a notar una extraña sensación en las rodillas, por encima de las rótulas que me hizo bajar poco a poco el gas, hasta el punto de “acabar pidiendo la hora”. Los últimos kilómetros tenía las piernas como dos palotes, no había manera de doblar las rodillas. ¿Exceso de entrenamiento? Seguramente no. Volví a plantearme si realmente es buena idea comenzar la temporada con una carrera de 21 kilómetros.
Como recompensa final, y puesto que el día acompañaba, nos tomamos las cañitas de rigor junto a la playa, que siempre reconfortan bastante y te devuelven ganas de volver el próximo año.
Algunas fotillos pinchando sobre la imagen
